El diagnóstico integrador - participativo - proyectivo

Un salto a la transformación de la Educación entre Adultos

Autoras: Prof. Marta Liliana Iovanovich y Lic. Prof. Emilia Mercedes Alurralde ©

Frente a las mayores tasas de escolarización de las nuevas generaciones están presentes las demandas educativas insatisfechas de un alto porcentaje de población integrado por adolescentes, jóvenes y adultos.

El Diagnóstico Integrador Participativo – Proyectivo es un instrumento indispensable para demarcar necesidades y problemas que afectan al educando y a la comunidad donde se establece el espacio educativo entre adultos (escuela, centro u otra institución educativa). Asimismo, permite la conformación del grupo de acuerdo con sus saberes previos y sus formas de apropiación de los contenidos curriculares.

Este trabajo ofrece una serie de actividades generadoras de informaciones y procesos necesarios para la elaboración del D.I.P.P. que el educador podrá emplear, adecuar, mejorar o recrear, teniendo en cuenta las particularidades del grupo.

La apertura y flexibilidad, inplícitas en el proceso de construcción propuesto, son la base para un compromiso creativo del educador y su grupo

Introducción

"Todavía no se han levantado las vallas que le digan al talento: de aquí no pasarás."
Ludwig van Beethoven

Muchas veces escuchamos decir: "Ninguna mirada es neutra o inocente." Cargamos en ella nuestra ideología y las experiencias acumuladas a lo largo de nuestra historia. En la mirada diagnóstica, que proponemos en esta publicación, ocurre lo mismo.

La presente propuesta metodológica para la elaboración del Diagnóstico Integrador Participativo -  Proyectivo (D.I.P.P.), destinada a la educación de personas adolescentes, jóvenes y adultos, intenta una aproximación a los actores, sectores, instituciones y situaciones que se presentan en las comunidades donde funcionan nuestros centros de los diferentes niveles y modalidades educativas.

Es nuestra intención orientar y facilitar el acercamiento del educador a la problemática vital del educando y su entorno. En este sentido, hemos procurado rescatar experiencias de nuestra práctica y repensar estrategias que posibiliten el fortalecimiento de una Educación entre Adultos cooprerativa, solidaria y respetuosa de la diversidad cultural.

El presente texto contine el desarrollo de la propuesta metodológica orientadora para el educador.

El contenido contempla, por un lado, al educando, para favorecer su plena participación en el proceso educativo, la reflexión crítica, la resolución de sus necesidades básicas insatisfechas, y su promoción para el ejercicio de una ciudadanía activa y responsable - capaz de formular y cumplir sus propias metas y compartirlas- y, por otro lado, la revalorización constante de las instituciones educativas existentes y sus actores en un esfuerzo constante de profundización de las relaciones interinstitucionales e intersectoriales para la consecución de sus metas.

Existe un imaginario muy fuerte  sobre la falta de talento de los sectores populares. Poder diferenciar, el talento, de las oportunidades, es avanzar hacia la revalorización del educando. Éste es el desafío que nos hemos propuesto como educadoras de adultos, tratando de revertir  esta concepción tan arraigada  en determinados sectores de nuestra sociedad.

Aspiramos que las ideas y las herramientas que presentamos en este libro sirvan para el fortalecimiento de procesos de educación entre adultos, transformadores de la realidad, para la realización plena y la dignificación de nuestros educandos y educadores.

¿Cómo contemplamos desde la ventana?

Imaginemos que usted durante todos los días contempla desde la ventana  de su clase un extenso  panorama:

  • ¿Siempre lo ve igual?
  • ¿Accede al panorama desde el mismo ángulo?
  • ¿Tiene en cuenta los cambios de estaciones u otros?
  • ¿Se preguntó para qué se detiene a mirar?
  • ¿Fantaseó  sobre la vida y los componentes de una familia, por la ropa tendida o por las flores del jardín?
  • ¿Interrogó a otros sobre lo que vio?
  • ¿Comparó su visión con la de algún poblador?

Seguramente, alguna de estas ideas u otras se le habrán ocurrido, porque el hombre es un ser curioso y siempre intenta explicar las situaciones, por nimias que parezcan.

  • ¿Elaboró un plan para mirar?. Seguramente, no.

Quizás, algún día cuando observó algo fuera de lo común habrá mirado con más detenimiento.

Esperamos que la metáfora de la ventana, le resulte útil para continuar acercándonos al tema que nos convoca:

El Diagnóstico Integrador  Participativo – Proyectivo

El Diagnóstico es una herramienta que permite relevar un estado de situación, con un plan de registro y algunas hipótesis acerca de  lo que ocurre.

Se lleva a cabo  para pronosticar, proyectar  y ejecutar   acciones   transformadoras. Estos desafíos deben inscribirse en el plano de lo posible y partir de categorizaciones claras, sobre la base de los elementos  que se desean relevar.

El término "integrador" hace referencia a su propio proceso de desarrollo donde la evaluación inicial se realiza desde todas las áreas de actuación del educando. No se  lo restringe, únicamente, a la cuestión de evaluación formal de conocimientos académicos sino con una visión globalizadora de todos los componentes que interactúan en la configuración de los saberes y  aprendizajes con anclaje en la realidad social, que viven cotidianamente.

La cualidad de "participativo" remite a:

  • varios actores;
  • la construcción colectiva con intercambios comunicativos,  negociaciones, consensos y,
  • elaboración  de códigos comunes.

El término "proyectivo" alude a:

  • su finalidad; es decir, servir de insumo para la elaboración del planeamiento en cualquiera de sus niveles (institucional o del proceso enseñanza - aprendizaje).

La metáfora de la ventana no nos alcanza para pensar en el Diagnóstico Integrador Participativo - Proyectivo; nos sirve sólo para diferenciar una mirada casual y cotidiana de otra denominada  investigación a partir de  la realidad.

Por lo tanto, una comunidad no se descubre a través de una ventana, sino saltándola. El objetivo de conocerla nos remite a la transformación dialéctica que impone la práctica colectiva entre sujetos cognoscentes.

Cuando abordamos un aspecto de la tarea docente como el Diagnóstico Integrador Participativo – Proyectivo, estamos atravesados por nuestra ideología y por un sinnúmero de imposiciones teóricas que se nos presentan. Estos marcos explicativos, van configurando el hacer y la praxis. Por lo tanto, es necesario explicitarlos, compartirlos, interrogarlos y registrarlos. Es así como cobra significativa relevancia la posibilidad de responder a determinadas preguntas sobre nuestra labor educativa:

  • ¿Qué significación tiene en la tarea concebir el desarrollo desde múltiples vías o desde una sólo?. ¿ Por qué aparecen diferentes cosmovisiones?. ¿Son  sólo  momentos de un mismo proceso  o representan procesos diferentes?.
  • ¿Cuáles son los espacios sociales donde se validan los conocimientos?, ¿las prácticas; los especialistas?.
  • ¿Qué hago con el grupo una vez que sistematizo las simbolizaciones?. ¿Las prevengo como obstáculos a salvar?. ¿Las pienso como plataforma para nuevos conocimientos?. ¿Me sirven para adecuar el proceso de enseñanza?.
  •     
  • ¿Qué espacio tengo como educador para repensar mis experiencias?. ¿Son todas desechables y acepto una transformación como sujeto pasivo?. ¿Soy una 'tabula rasa' donde se pueden imprimir recetarios exitosos?. Si es así, ¿cómo puedo hacer del aula un lugar de reflexión y comunicación?.
  • ¿Los conocimientos son construcciones históricas o revelaciones de una vez y para siempre?

Luego de realizar un esfuerzo por encontrar respuesta a los interrogantes anteriores estaremos en mejores condiciones de contestar si queda, aún, un lugar para las utopías.Recapitulemos y repensemos nuestro lugar en el Diagnóstico Integrador Participativo - Proyectivo. El fin de milenio nos propone una serie de desafíos. Creemos que desde la Educación entre Adultos  se deben acortar las brechas de las diferencias, pero no con soluciones tecnocráticas de ajustes, para arribar a la modernidad fuera de hora. Ya tenemos historias sobre el “progreso transplantado".

Nuestros países deberán encontrar el camino para superar las múltiples pobrezas. La Educación entre Adultos  posee estrategias que consolidó durante muchos años de labor. Tiene acumulada en la conciencia de los educadores innovaciones, teorizaciones nada desechables. La Educación Popular siempre estuvo enmarcada en los sectores con carencias, con estrategias de supervivencia, en medios hostiles y en momentos oscuros de la historia nacional. El desafío actual, es encontrar, redescubrir ese espacio comunitario. Sin elevarlo a la categoría de mito, develando sus conflictos y contradicciones. Esta tarea forma parte del Diagnóstico Integrador  Participativo  - Proyectivo: desocultar, sistematizar, historizar. Y el rol de los educadores es agudizar y profundizar en el arribo de las capacidades y competencias, que se ponen en juego en el diagnóstico científico de la realidad

Los educadores siempre hemos tenido esperanzas. Siempre hemos imaginado que nuestros educandos tendrían un futuro mejor y, a ese futuro  apostamos cuando enseñamos. Somos los más expertos constructores de utopías, en el mejor sentido de la palabra. Por lo tanto, nuestra primera acción será acentuar nuestra capacidad de imaginar futuros.

En suma:

El educador y los educandos vivenciarán la etapa diagnóstica como una instancia de riguroso análisis del contexto social, institucional y grupal, para poder tomar decisiones metodológicas y de intervención comunitaria. Aparece así, un juego dialéctico donde la confrontación del conocimiento cotidiano y el conocimiento científico conllevan a la ejecución de  acciones transformadoras, que les  otorga una ciudadanía plena, siendo el Diagnóstico Integrador Participativo - Proyectivo  una herramienta para  la detección, la jerarquización  y  el pronóstico de viabilidad de las futuras acciones.

Nuestra propuesta metodológica para el D.I.P.P.

El desarrollo del D.I.P.P. se inscribe en una propuesta metodológica específica que tiene en cuenta las particularidades y principios que iluminan nuestro quehacer como educadores de adolescentes, jóvenes y adultos. Definimos a la metodología  como la instrumentalización del método general y particular, en una situación concreta. Implica una traducción de sus principios generales, organizando una secuencia de propuestas integradas y complementarias para el logro de una sistematización fácil, amena, gráfica y sencilla que permite exponer el diagnóstico comunitario. El método que más apropiado para el desarrollo de la propuesta que presentamos  es el dialéctico. Supone fases en constante interrelación y su necesaria correspondencia con las formas básicas del aprendizaje del educando adolescente, joven y adulto.

“El método y sus fases no se plantean en forma disociada y/o agregada desde el exterior, a la actividad humana concreta.  Por el contrario, el hombre opera sobre la realidad con un método. Este método se halla en constante transformación, por su interrelación con el medio y responde a las normas básicas del aprendizaje humano. Sus etapas son:  práctica  -  conocimiento teórico  - práctica.

El hombre conoce las propiedades de los objetos, en principio, por el hecho de entrar en contacto práctico con los mismos. Actúa sobre los objetos para apropiarse de ellos y transformarlos. Estos objetos forman parte de una realidad objetiva. Es decir, un mundo donde objetos y fenómenos están vinculados entre sí por los más diversos nexos y relaciones (causales, temporales, espaciales, condicionales, etc.). La realidad se manifiesta,  por lo tanto, en objetos y fenómenos integrales."

Proponemos  organizar la tarea en los siguientes niveles:

  • Comunitario.
  • Institucional.
  • Intersectorial.
  • La clase.

Los niveles antes mencionados, se incluyen en tres ejes, a partir de los cuales se configura nuestra propuesta metodológica para llevar a cabo el D.I.P.P.:

  • La Comunidad.
  • La Institución Educativa.
  • El Aprendizaje.

Cada eje anteriormente mencionado representa los ámbitos y las situaciones en los cuales va a transcurrir la tarea educativa, tienen como protagonista central  al educando, en el marco del trabajo intersectorial.

A continuación describimos brevemente algunos de los posibles contenidos y alcances de cada eje significativo.

Eje 1: El educando y la comunidad:

Lo definimos como el ámbito de relaciones con el entorno inmediato. Incluye cuestiones tales como:

  • el barrio y su historia; los  conflictos y riesgos;
  • las  relaciones con otros barrios.
  • los vecinos; las  familias; las historias familiares;
  • variaciones culturales.
  • las instituciones y organizaciones barriales;
  • las relaciones interinstitucionales y sus conflictos.
  • las relaciones intersectoriales (OG y ONG que atienden NBI).
  • el mundo del trabajo.
  • su  participación  en las instituciones o en actividades organizadas para la comunidad.

Eje 2: El educando y la institución educativa:

Comprende todas las cuestiones vinculadas con la inserción y permanencia del adolescente, joven y adulto en el centro educativo; entre otras:

  • sus expectativas con respecto a la institución educativa o al programa.
  • su integración con otros grupos distintos de su ciclo o de su curso.
  • su participación en actividades institucionales (PEI, Asociación Cooperadora, Consejo de Escuela, de Gestión o Consultivo, reuniones, proyectos o programas especiales).
  • grado de aceptación de las normas de convivencia institucional.

Eje 3: El educando y el aprendizaje:

Incluimos los saberes previos, capacidades, actitudes y aptitudes que evidencia al comenzar el curso o ciclo. Mínimamente, se considerarán:

  • sus formas de aprender.
  • ideas  o concepciones espontáneas sobre determinados asuntos, temas o cuestiones.
  • contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales indispensables para iniciar el ciclo o curso.
  • errores y preconcepciones.
  • actitudes y aspectos positivos para emprender la tarea.
  • formas de relacionarse con los distintos medios y lenguajes.
  • grado de aceptación de las normas de convivencia del ciclo.
  • sus modalidades de expresión.
  • sus formas de expresión creativa.
  • sus expectativas con referencia al proceso educativo que iniciará, al aprendizaje personal, al educador y al grupo de pares.
  • grado de integración al trabajo educativo.
  • aceptación por parte del grupo de pares.
  • historia personal y familiar.
  • capital cultural.
  • uso de lenguaje con código restringido o elaborado.
  • creencias y mitos.
  • costumbres.
  • pautas culturales y/o subculturales.
  • su relación con las NBI.
  • sus demandas e intereses.
  • experiencias escolares previa.
  • tipo de medios de comunicación masiva que, frecuentemente, accede.
  • habilidades para el manejo y procesamiento de la información proveniente de los distintos medios expresores.
  • relaciones con su propio cuerpo
  • esfuerzo y dedicación puestos de manifiesto para la realización de las tareas que se le proponen.
  • uso del tiempo libre.

El desarrollo de la presente propuesta metodológica requiere que el educador destine un período no inferior a tres semanas, una vez iniciado el curso o período lectivo. En dicho lapso, programará y ejecutará, con el grupo de educandos a su cargo, todas aquellas acciones previstas para recoger información significativa, relevante y pertinente.

Básicamente, nuestra propuesta prevé las siguientes actividades generadoras de información y procesos:

  1. Elaboración del Mapa Socio. Comunitario.
  2. Aplicación de técnicas e instrumentos de evaluación diagnóstica:
    • Diario de campo
    • Entrevista
    • Registro anecdótico
    • Historias de vida
    • Historias barriales
    • Agenda
    • Lista de cotejo o control
    • Escalas graduadas de clasificación
    • Invenario
    • Juego de ases de actores
    • Grillas de autodiagnóstico del educador y del educando.
    • Grilla de diagnóstico de la comunicación oral.
    • Grilla de diagnóstico de lecto – escritura.
    • Prueba de evaluación inicial de conteni dos considerados prerrequisitos básicos para iniciar los aprendizajes estipulados para el ciclo o nivel a cursar.
  3. Formulación del perfil andragógico del grupo, en general, y del  educando, en  particular.
  4. Construcción de la Matriz de Interrelaciones: sistematiza los resultados obtenidos en el desarrollo de las acciones anteriormente detalladas.

Este instrumento permitirá:

  • Visualizar las necesidades, demandas, problemas, intereses y fortalezas del grupo.
  • Formular el pronóstico.
  • Aportar insumos para la elaboración del diagnóstico institucional.

Cabe destacar que esta propuesta no contempla la  evaluación de los aprendizajes y saberes previos como un proceso separado, sino que promueve su integración en los distintos momentos e instancias previstas  en las acciones enumeradas precedentemente. Asimismo, promueve una intensa participación del educando en la construcción y aplicación de los instrumentos de evaluación.

El conjunto de actividades que el educador prepare o prevea para la elaboración del D.I.P.P. apuntarán a los procesos de pensamiento que a continuación se detallan y que hacen al estudio de los aspectos psicopedagógicos del educando:

  • Comparar.
  • Resumir.
  • Observar.
  • Clasificar.
  • Interpretar.
  • Formular críticas.
  • Buscar suposiciones.
  • Imaginar.
  • Reunir y organizar datos.
  • Formular hipótesis.
  • Tomar decisiones.
  • Diseñar planes y proyectos para investigar la realidad.

El educando adolescente, joven  y/o adulto está acostumbrado a realizar estos procesos. En sus labores diarias, está continuamente practicándolos.

Para llevar a cabo esta propuesta metodológica el educador deberá  “pensar sobre cómo pensamos “. Este proceso metacognitivo es el pilar donde se asentará el proceso de la educación permanente y autónoma.

El proceso educativo se torna plenamente liberador cuando los educandos sienten y vivencian que tienen un mayor control sobre sus aprendizajes, donde quieran que estos se realicen.

Las actividades efectuadas por los educandos, en estos casos, quedarán documentadas en el  legajo personal acumulativo, previamente evaluadas por el educador y comunicado sus resultados al educando. Asimismo, se sugiere implementar experiencias de autoevaluación, co - evaluación y sesiones grupales de evaluación al finalizar un conjunto de actividades significativas.

A modo de síntesis, conviene recordar que el D.I.P.P. es un proceso sistemático, dinámico, abierto y flexible  en el cual participa la pareja andragógica, la institución educativa y la comunidad con el propósito de precisar  sus intereses, necesidades, demandas y problemas para orientar con una visión globalizadora de la realidad:

  • la  ubicación del educando en el punto exacto del proceso de enseñanza -  aprendizaje.
  • la  formulación del planeamiento del ciclo o curso.
  • la selección de contenidos, actividades y  experiencias de aprendizaje.
  • la formación de grupos en función de características similares e intereses particulares sin perder de vista  las expectativas de logro propias del ciclo o curso.
  • la utilización criteriosa de recursos disponibles.
  • la jerarquización de intereses, demandas, necesidades y problemas.
  • la potencialización de aspectos positivos.
  • la detección de dificultades específicas de aprendizaje.
  • la elaboración de programas compensatorios y correctivos.
  • la profundización de las relaciones intersectoriales e interinstitucionales que puedan contribuir al  desarrollo de la propuesta educativa.
  • el abordaje de problemáticas propias de la comunidad.
  • el aporte de para la formulación del pronóstico.
  • la reflexión crítica sobre la propia práctica del  educador.
  • la participación en el desarrollo del PEI y PCI.
  • la profesionalización del educador y el  mejoramiento de su rol.
  • la participación comprometida del personal directivo y de supervisión en el  desarrollo del proceso.

Estos procesos promovidos a partir de actividades específicas, permitirán al educador tenerlos presentes en el momento de aplicar las técnicas e instrumentos.

Al ser éstas, instancias de participación activa del educando, configuran oportunidades para evaluarlos, sin necesidad de recurrir a las tradicionales  pruebas pedagógicas de nivel que, en la mayoría de los casos, no reúnen los requisitos de validez y confiabilidad mencionados en capítulos anteriores.

Consideraciones finales. Las comunidades educativas tienen la palabra

Numerosas son las razones por las cuales se hace propicio el desarrollo de un proceso de Diagnóstico Integrador Participativo  Proyectivo. Las siguientes dan cuenta de algunas de las opiniones manifestadas por directivos, responsables zonales, coordinadores, educadores, educandos, representantes de sectores, miembros de instituciones y vecinos registradas en evaluaciones institucionales:

Permitió:

  • Conocer la realidad: el barrio y las instituciones de la comunidad.
  • Destacar las necesidades, problemas e intereses.
  • Integrar el centro educativo a la comunidad.
  • Incrementar matrícula.
  • Trabajar con los recursos reales y disponibles.
  • Elaborar una planificación institucional y de ciclo coherente.
  • Seleccionar necesidades para trabajar con Unidades Vitales de Aprendizaje y palabras generadoras  significativas para el aprendizaje de la lecto - escritura.
  • Integrar las necesidades de cada ciclo en el PEI.
  • Sistematizar la información sobre el rendimiento de los educandos.
  • Vencer prejuicios de algunos vecinos.
  • Solucionar conflictos entre instituciones barriales.
  • Rescatar de la memoria colectiva la historia del barrio.

Favoreció:

  • La participación de la comunidad  y sus actores.
  • La inserción del educando en el servicio educativo.
  • El trabajo grupal.
  • El acercamiento intersectorial.
  • La concreción del PEI y PCI.
  • La apertura de la clase a la comunidad y sus instituciones.
  • La colaboración de profesionales para el desarrollo de proyectos vinculados con problemáticas de salud, violencia familiar, adicciones.
  • La formación de grupos de estudio entre los educadores para profundizar la problemática de la elaboración de instrumentos diagnósticos.
  • Posibilitó:
  • La interacción educando - educador.
  • El desarrollo de procesos de interaprendizaje.
  • El cambio de rol en el educando: protagonista.
  • El aporte de recursos por parte de organismos gubernamentales (Municipio, Centro de salud, entre otros).
  • El tratamiento interdisciplinario de los contenidos.
  • La formulación de proyectos especiales.
  • El intercambio de experiencias entre educadores.
  • Un mayor conocimiento de las particularidades culturales del educando.

Estamos seguras que esta propuesta metodológica para la elaboración del D.I.P.P. será enriquecida con el aporte de las comunidades educativas de adolescentes, jóvenes y adultos. Justamente, la apertura y flexibilidad implícitas en el proceso que hemos descripto son la base del compromiso creativo del educador y el grupo.

"No importa su nombre, no.
Ni cómo nacerá.
Lo importante es que viene.
Trae la oportunidad."

SOULÉ, Héctor R.
(en: VOX DEI.  La Biblia. "Libros Sapienciales").

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